
RENACIMIENTO MEXICANO. El auge de la pintura de caballete de los artistas de la Escuela Mexicana, que corre parejo al movimiento de pintura mural, se inserta en un concepto más amplio: Renacimiento mexicano. El término empezó a utilizarse como analogía, en un sentido similar al que los tratadistas, pintores y escultores del Renacimiento florentino dieron a la palabra Rinascita. Es decir: existía una poderosa herencia artística que correspondió a "una época de oro". La historia a través de su agente, que es el tiempo, determinó que dicha herencia quedase parcialmente soterrada por siglos, debido a factores múltiples: una nueva ideología, que vino a imponerse sobre la subsistente, más invasiones, pestes, guerras, depredación, revueltas civiles, olvido. Vienen otros tiempos, se gesta un nuevo cambio y la idea de aquello que otrora instauró modelos y que quedó en la conciencia de las sucesivas generaciones, vuelve a cobrar fuero, anota Teresa del Conde. Salvo en unas cuantas coincidencias-como la implícita en el auge de la pintura mural-la Rinascita italiana nada tiene que ver con México, la analogía por tanto se encuentra únicamente en el uso lingüístico que se dio al término. Para los toscanos del siglo XV el legado de la edad lejana estaba en las artes del mundo grecorromano. Para el México de los primeros años de la década de los veinte se encontraba en las antiguas culturas prehispánicas y en su sobrevivencia a través de la producción artesanal y de las costumbres indígenas que han resistido el paso del tiempo. Aquí, como en Roma o la Toscana, también se conservan ruinas y vestigios de unas culturas que fueron a su modo gloriosas. A esto se sumaba otro factor: existió el propósito, tal vez no en todos los casos consciente, de establecer un parteaguas con el periodo inmediatamente anterior. La terminación de la gesta armada revolucionaria así lo requería. Sin embargo, es pertinente notar que la vena indigenista del llamado Renacimiento mexicano se inscribe en una condición arqueológica. Las pirámides, los dioses del panteón azteca y los indios mismos (salvo excepciones) son pintados bajo el enfoque ilusionista que ofrecen las "ciudades ideales" o las arquitecturas y escenas del primer Renacimiento florentino. La influencia de José Vasconcelos y Manuel Gamio fue fundamental para la concepción de que el México precolombino podía equipararse a la Italia renacentista.
Para que el influjo del arte prehispánico y el de las culturas primitivas se hiciera sentir en cuanto a configuración, no en cuanto a iconografía, hubo de asimilar la herencia que vincula directamente las culturas no occidentales al arte internacional del siglo XX.
No fuimos nosotros los mexicanos quienes primero empezamos a utilizar los términos de "Escuela Mexicana" y "Renacimiento mexicano". Excepto el Dr. Atl, quien desde 1904 imaginaba capillas sixtinas en México, la acuñación fue propiciada desde fuera. Gente venida allende nuestras fronteras, como el pintor Jean Charlot, el escritor Walter Paach y el historiador Lawrence Shmekebier fueron los que pusieron de moda el termino a partir del primer gran brote del movimiento muralista. También en Diego Rivera y en Siqueiros hay un uso frecuente del término "renacimiento", pero ya directamente referido a la realidad mexicana de los años veinte.




SINDICATO DE OBREROS TECNICOS, PINTORES, ESCULTORES Y GRABADORES REVOLUCIONARIOS DE MEXICO. En 1923 Siqueiros, Rivera, Guerrero, Revueltas, Orozco, Alva Guadarrama, Cueto y Mérida publican el Manifiesto del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores. El Sindicato había sido fundado en el mismo año ante la necesidad que tenía tal grupo de artistas por contar con un "nombre orgánico" que lo representara, así como una organización con todos sus estatutos. No obstante, las discusiones e incompatibilidades de sus miembros los hicieron actuar de manera casi independiente. Pronto se integró el Sindicato al Partido Comunista y dejó que su periódico, El Machete, fuera cooptado y se volviera el representante literario de la izquierda radical de entonces. Para 1925, luego de que el Sindicato había sido trampolín de las ideas muralistas, de que sirviera para poner las bases del nacionalismo recalcitrante y, sobre todo, de que fuera un nombre para enfrentar al gobierno, fue convirtiéndose poco a poco en una mera reunión de individuos.



Publicaron en total cinco manifiestos, en los que con un lenguaje altisonante se enfrentaban en contra de los viejos sistemas de enseñanza de la Academia, de la que los treintatrentistas eran maestros o alumnos. Tuvieron una revista ¡30-30! Organo de los Pintores de México, cuya edición fue de tres números solamente. Llevaron a cabo una exposición en las oficinas de la cervecería Carta Blanca, posteriormente expusieron en Puebla y Morelia. El 25 de enero de 1929 el grupo inauguró la Primera Exposición de Grabado en Madera en México en la Carpa Amaro, con más de 150 obras. En abril de 1930 presentan su última exposición titulada De la vida del Café, en el café de chinos Uruapan.
El nombre del grupo lo tomaron de la famosa Carabina 30-30 revolucionaria, y porque, en total, eran treinta sus miembros.

Todos los artistas que participaron dentro de estos ismos tuvieron en común varias características, entre las que destacan un nuevo modo de ver y expresar la realidad, así como una actitud crítica en contra de lo establecido. Esto último se observa fácilmente si comprendemos que tales artistas bajo el peso de la guerra entendían que ésta era un producto de la historia. Así, era necesario romper con la inercia. Por un lado, el absurdo, la ironía, el sueño, el mundo de la fantasía y el del arte infantil y primitivo y por otro, los avances de la ciencia y las teorías estructuralistas fueron el sustento del que se apertrecharon para enfrentar con su lógica un mundo inhóspito, áspero. La actitud crítica sumada a la búsqueda de lenguajes distintos y a una nueva forma de ver al mundo, fueron las bases primordiales de las vanguardias.
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